Cilleros y el vino de pitarra
Cilleros, un pueblo enclavado en la Sierra de Gata, es conocido por sus bodegas y por el vino de pitarra. Este vino debe su nombre a las tinajas de barro donde se fermenta el mosto. El vino de pitarra se elabora de forma artesanal en bodegas familiares con uvas que provienen de pequeñas parcelas y sin químicos.
Este vino es muy típico de Extremadura, aunque también lo podemos encontrar en alguna otra comunidad, como en Castilla y León o Castilla-La Mancha.
Las familias lo elaboran en las bodegas de sus casas y está en peligro de extinción, debido a las nuevas legislaciones en materia sanitaria. Aunque gran parte de la pequeña producción es para consumo propio, también se vendía en los bares de la zona. Los nuevos requisitos sanitarios han complicado la comercialización.
Dónde está Cilleros
En el norte de la provincia de Cáceres, en la Sierra de Gata, se encuentra este pueblo que debe su nombre a cillas, silos o graneros.
Cilleros siempre fue conocido por sus bodegas, aunque cada vez hay menos.
Vino de pitarra
Los vinos de pitarra pueden ser blancos, tintos y rosados. Aunque los más comunes son los blancos. Su graduación es alta, entre 12 y 15 grados, y son vinos muy aromáticos.
Se tienen que consumir en el año, desde febrero en adelante. Destacan por su elaboración artesanal y por no emplear químicos en todo el proceso.
Los vinos blancos se elaboran con las variedades: Alarijes, Borba y Pedro Ximénez. El color del vino blanco varía entre tonos amarillos suaves al ámbar. Su sabor es afrutado y potente, aunque agradable al paladar.
El vino de pitarra tinto lo elaboran con: Garnacha, Tempranillo y Cabernet Sauvignon. Son de color rojo brillante y con cuerpo.
El vino rosado se elabora con la mezcla de uvas blancas y tintas.
La mayoría de los vinos son para autoconsumo, aunque hasta no hace mucho se vendían en los bares del pueblo. Ahora está más complicado, debido al registro sanitario y demás documentación que tienen que cumplir los bodegueros.
Los vinos de pitarra en la historia
Se cuenta que este vino llegó a los paladares de Carlos I, Felipe II e incluso de Miguel de Cervantes, que le dedicó unas palabras.
Dicen que cuando construyeron El Escorial, los trabajadores portugueses que estaba construyendo la iglesia de Cilleros y otras de Sierra de Gata se fueron a Madrid para trabajar en la construcción del palacio. Para allí llevaron el vino de pitarra que gustó mucho en la corte.
Bodegas en Cilleros
Las bodegas se encuentran en el bajo de las casas familiares. Estas bodegas antiguas están divididas en dos partes: la antesala, que es la que nos recibe al atravesar la puerta y el lugar donde llega la uva, y la segunda, el lugar donde el vino fermenta en las pitarras.
La temperatura de las bodegas se mantiene estable durante todo el año.
En la primera sala muchas familias tienen un pequeño museo. Guardan con mimo aperos de labranza antiguos, aparatos de radio, cestas, botellas, etc.
Elaboración del vino
Los viñedos están intercalados entre los olivos y son parcelas pequeñas.
Se vendimia a primera hora de la mañana, para evitar el calor. Todo el proceso de recogida de uva es manual.
La uva se recoge en jaulas, que son trasladadas a la bodega. Una vez despalillado y prensado, el vino se traslada a las tinajas para una primera fermentación con las pieles de la uva. Es una fermentación natural en la que no emplean químicos.
Se mueve (bazuquea) dos o tres veces al día para extraer color y taninos. La fermentación se produce entre unos 15-20 días. Durante este tiempo las pitarras están abiertas.
Cuando comprueban que los residuos están en el fondo de la pitarra es cuando se da por finalizado el proceso de fermentación del vino. Los vinos normalmente no se clarifican, lo hacen por decantación en la tinaja de barro. El vino lo trasiegan a otras pitarras, que se cierra herméticamente, y después el vino es embotellado o guardado en garrafones.
Al ser un vino artesanal, el vino no sabe igual de una bodega a otra.
Gracias a Fernando por hacernos un recorrido por Cilleros y abrirnos las puertas de una bodega tradicional y gracias a Nacho, de Apartame